jueves, 29 de octubre de 2009






Cai Guo-Qiang nació el 8 de diciembre de 1957 en Quanzhou, una ciudad costera de la provincia de Fujian, en el sudeste de China.
En la década de 1980, Cai estudia escenografía en Shanghai. En 1986 se traslada a Japón y en 1995 a Nueva York, donde reside en la actualidad.
El artista se define como un verdadero “ciudadano del mundo”, lo que explica esa debilidad de las barreras culturales tan esencial en su obra.
En 1996, la obra Grita dragón/Grita lobo: El arca de Gengis Kan resultó finalista en la primera edición del Premio Hugo Boss del Solomon R. Guggenheim Museum, que premia la innovación en las artes visuales; esto supuso un auténtico catalizador para el reconocimiento del artista a nivel internacional. La obra se encuentra entre las piezas más destacadas de la colección de arte contemporáneo del museo y fue expuesta en Bilbao en 1999.
Tres años más tarde recibió el León de Oro de la XLVIII edición de la Bienal de Venecia por la instalación que presentó en la Bienal del Milenio: Patio de la recaudación de la renta de Venecia (1999).
Cai recibió en 2007 en VII Premio de Arte Hiroshima. Junto con este galardón, la exposición del artista en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de Hiroshima en 2008 incluyó el proyecto de explosión Fuegos artificiales negros, llevado a cabo en el parque de la ribera del Motomachi, junto a la Cúpula de la Bomba Atómica. Un vídeo documental de esta obra formará parte también de la exposición en Bilbao.
Cai ha alcanzado la fama internacional a través de sus exposiciones en solitario y sus proyectos de explosión al aire libre de grandes dimensiones, así como por su contribución artística a las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de 2008.
Cai Guo-Qiang ha socavado las convenciones artísticas de nuestro tiempo, inspirándose, de forma libre, en la mitología antigua, la historia militar, la cosmología taoísta, los avistamientos extraterrestres, las tácticas revolucionarias maoístas, la filosofía budista, la tecnología relacionada con la pólvora, la medicina china y los modernos conflictos globales. El arte de Cai es una forma de energía social en constante transformación, que conecta lo que él denomina “el mundo de lo visible y el de lo invisible”. Esta retrospectiva aborda el espectro completo del arte, proteico y multimedia, de este creador en toda su complejidad conceptual.

Cai supo aprovechar el productivo filón del arte y del pensamiento crítico internacional del siglo XX. Durante esta época, llegó a dominar el uso de la pólvora para crear sus característicos dibujos con pólvora y los consiguientes proyectos de explosión al aire libre que acompañaron a dichos dibujos.
Estas prácticas incorporan ciencia y arte en un proceso de destrucción creativa y reflejan la filosofía de Cai, para quien el conflicto y la transformación son condiciones interdependientes de la vida y, por lo tanto, del arte. Intuitivos a la vez que analíticos, sus dibujos con pólvora y los proyectos de explosión son intrépidos, conceptuales, efímeros e interactivos, se realizan en emplazamientos específicos y responden a una duración determinada; es decir, se trata de un arte escenificado con una nueva matriz de significado cultural.
Cai vive en Nueva York desde 1995. A medida que participaba con creciente visibilidad en el sistema global artístico de las bienales, celebraciones públicas y exposiciones en museos por todo el mundo, ha ido ampliado el campo de sus actividades artísticas hasta incluir instalaciones a gran escala. Estas instalaciones, alegóricas y esculturales, a menudo recuperan signos y símbolos de la cultura china y ponen de manifiesto la dialéctica entre la historia local y la globalización. Últimamente los proyectos sociales de Cai involucran a las comunidades locales en la creación de acontecimientos artísticos en emplazamientos remotos que no guardan relación alguna con el arte, como son los búnkeres militares, y revelan la influencia de la utopía socialista que dimana de la experiencia de haber crecido en China en la era de Mao Zedong durante la Revolución Cultural de 1966–76.
La exposición del Museo Guggenheim Bilbao, que el artista ha diseñado como una instalación de ubicación específica, concibe el arte como un proceso que se despliega en el tiempo y en el espacio.
La exposición Dibujos de pólvora
Cai Guo-Qiang es especialmente conocido por usar pólvora en sus obras. Originalmente inventada en China como “elixir de inmortalidad”, cambió el curso de la tecnología militar y, por ello, podría decirse que es el avance científico chino más trascendente. Los fuegos artificiales, un invento relacionado con la pólvora, han sido desde antaño utilizados en celebraciones y también para ahuyentar los malos espíritus. Cai hace visible la identificación de la pólvora con China y su originario uso medicinal, así como con la violencia contemporánea.
Los explosivos son esenciales en los dibujos con pólvora de Cai. Los realiza colocando pólvora y mechas sobre papel fibroso, prendiéndolas y haciendo que todo explosione para crear así un residuo carbonizado de la materia original. La pólvora es también fundamental en sus proyectos de explosión, habitualmente exhibiciones pirotécnicas de ubicación específica que realiza al aire libre, a menudo, a escala monumental. Aunque se puede relacionar su obra con el Arte Conceptual, la performance y el Land Art, Cai expande cada forma de arte —tanto si se trata de un dibujo con pólvora como de un proyecto de explosión— hacia una nueva matriz. Otros artistas han usado fuego, humo o materia abrasada para realizar objetos artísticos; sin embargo, Cai utiliza directamente explosivos para manifestar la fuerza pura de la energía, no como elemento que sirve para inducir arte, sino como forma de arte en sí.
Desde mediados de la década de 1980, cuando comenzó a experimentar con pólvora, estos actos que han llamado “esplendores impredecibles” han combinado su interés por la guerra y el Dadaísmo, por el riesgo y el azar, y por el espectáculo y la performance. De manera significativa, Cai enmarca sus logros artísticos dentro de la retórica de las filosofías taoísta y budista. Busca conectar, tal y como él expresó, “lo invisible” con el arte, relacionando sus prácticas con el estudio metafísico de los meridianos cósmicos de las corrientes de energía; los estados primigenios del caos; la transformación, y la naturaleza de la materia informe.
A medida que su metodología ha evolucionado, Cai ha formulado la mutabilidad y la inestabilidad como estructuras inherentes al arte; a su parecer, todos los estados de la creación de una obra de arte, incluyendo su destrucción, coexisten en la propia obra. Gracias a estas ideas consiguió el apoyo de la crítica en Japón y en Europa, donde por primera vez expuso sus dibujos con pólvora y realizó sus proyectos de explosión a principios de la década de 1990.
Proyectos de explosión
Cai Guo-Qiang es bien conocido por sus proyectos de explosión. En 1989 comenzó a utilizar pólvora y mecha para crear explosiones públicas al aire libre utilizando el terreno y estructuras existentes a modo de contexto. Estas primeras obras tenían una duración de entre uno y quince segundos. Desde entonces, la práctica de Cai ha evolucionado enormemente. En la actualidad crea explosiones aéreas que, con frecuencia, son desarrolladas con pirotécnicos profesionales. Más recientemente ha utilizado ordenadores para crear una iconografía más elaborada en sus explosiones, cuyos efectos llegan a durar hasta veinte minutos. Los proyectos de explosión suelen ser encargos de museos, bienales de arte o agencias estatales o internacionales, como la de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, de la que Cai fue miembro clave del equipo creativo y Director Artístico de Efectos Visuales y Especiales de las ceremonias de apertura y clausura de los juegos. Los proyectos de explosión de Cai son realizados fundamentalmente con pólvora, mientras que otros son concebidos como conmemoraciones dentro de la tradición de los espectáculos de fuegos artificiales. Pero también son obras de arte contemporáneas cuya narrativa conceptual, alegórica y metafórica expresa los intereses fundamentales del artista.
La pólvora, mezcla de nitrato potásico, carbono y azufre, es el invento más célebre de China, cuyo significado literal en chino es “medicina de fuego”. Fue originalmente un invento de los alquimistas taoístas que buscaban un “elixir de la inmortalidad” imperial, y los fuegos artificiales, una invención relacionada con la pólvora, se han utilizado desde siempre para celebraciones y para ahuyentar a los malos espíritus. Cai mina la identificación de la pólvora con China, al tiempo que alude a su uso medicinal original y a su actual connotación violenta. En los proyectos de explosión de Cai, la escala está relacionada con los proyectos de ubicación específica del Land Art, donde el arte modifica el terreno y lo utiliza con un fin estético radical. Cai amplía esta práctica al firmamento, que representa el espacio de los cielos en la Antigüedad y es escenario contemporáneo de guerra y terror. Pero mientras que la mayoría del Land Art es estático y semipermanente, las explosiones de Cai son espectacularmente transitorias. Proyecto para alargar la Gran Muralla China 10.000 metros: Proyecto para extraterrestres nº 10 (1993, cat. 21) fue un gran evento que tuvo lugar en una sola noche en el desierto del Gobi. En él, una serie de voluntarios colocaron 10.000 metros de mecha y 60 kilos de pólvora a lo largo de los límites del desierto, extendiéndose desde el extremo más occidental de las ruinas de la Gran Muralla. La pólvora fue encendida al atardecer, creando una línea de fuego que se recortaba contra el desierto, uniendo por un instante, a los cuarenta mil lugareños que se reunieron para contemplar esta manifestación de arte público.
Como obras basadas en el tiempo y creadas para un público que las recibe en directo, los proyectos de explosión de Cai también funcionan como performances, cuyo impacto —estruendos, brillantes luces, humo y materia en suspensión— juega con el caos violento y la celebración ritual. Tanto para el artista como para el público, el momento de la explosión es profunda y creativamente desorientador: el tiempo se para, la mente se queda en blanco al observar semejante potencia impredecible. “Esta irrupción de conciencia banal”, explica , “es algo que merece la pena ser utilizado por el artista porque tiene el poder de generar una gran experiencia”. Finalmente, como con toda forma efímera de arte, las explosiones se conocen sólo a través de su documentación: fotografías, vídeos y dibujos.

Los gigantescos dibujos del fuego sobre la tierra son un código, o una aspiración a comunicarse a través de un código, con los “extraterrestres” mediante el cual Cai quiere hablar de realidades o fuerzas ajenas a nuestra existencia mundana. Al dominar el fuego como elemento muy antiguo, como factor de constante formación geológica, ritual social y purificación religiosa, y de destrucción de la vida, los proyectos de explosión de Cai expresan su profundo interés por la cosmología antigua y moderna, y una visión más intensa del arte como una ciencia de la transformación. Como espectáculos de una energía primigenia, las explosiones producen una experiencia de dislocación temporal, un trance momentáneo en el que nos sentimos como al comienzo y al final de la vida en la Tierra.
La exposición Instalaciones
La práctica artística de Cai se amplía para incluir instalaciones interactivas que a menudo recuperan signos y símbolos de la cultura china y ponen de manifiesto de una manera brillante la dialéctica entre la historia local y la globalización.
Algunas de las instalaciones clave en el reconocimiento internacional del artista podrán contemplarse en la retrospectiva del Museo Guggenheim Bilbao.

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